En estos tiempos, todo parece resumirse a la búsqueda de la proeza técnica que maraville al mundo. Las grandes potencias económicas, traducidas en conglomerados financieros sin nacionalidad ni ansías de progreso, intentan transformar las grandes urbes, en escenarios de sus manifestaciones de abundancia. Es por ello, que no debe sorprendernos encontrar en cada ciudad, una nueva demostración de su poder faraónico. Se superan así en grandilocuencia, en gestos desmesurados y en exhibiciones de su capacidad técnica, que es sólo otra forma de decir: hegemonía financiera. Cabe preguntarse, entonces, ¿quiénes son los constructores de estas maravillas?

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Cabe preguntarse, entonces, ¿quiénes son los constructores de estas maravillas?



La hegemonía de la técnica.
Ahora se está en condiciones de encaminar la técnica hacia buen futuro. Sin embargo, el verdadero problema se encuentra en el enunciado mismo. No ha sido el autor, quien optó por sus herramientas, ellas lo han elegido a él. Caprichos de toda índole serán venerados como finalidades, proezas sin precedentes se convertirán en objetivos y bravuconadas enceguecedoras serán nuestra devoción. ¿Cuál es el precio a pagar? El absurdo. Una horda de rascacielos sin propósito, ciudades enteras proyectadas no en función de sus habitantes, ni en función de ellas mismas. El único objetivo será sobresalir, convertirse en la nueva Babilonia. El debate actual en la arquitectura es el no debatir. La palabra única: ¡Colosal!
No es una cuestión de tamaño, ni de presupuesto. Han existido en todos los tiempos obras de envergadura asfixiante y presupuesto ilimitado extendiendo su construcción durante centurias. No es este el meollo de la cuestión.

¿Olvidan, acaso, que el paraíso es un concepto superador, y no un lugar de residencia? No lo olvidan, esa es la tragedia: su superación es la técnica y no la
Idea.
Tiempos de crisis
En tiempos de crisis, todo cae bajo inspección. Todas las ideas se ponen a prueba, y todas las verdades se cuestionan. Sin embargo, un verdadero Coloso se encuentra en un espacio, afortunado él, libre de cuestionamientos.


El fin de los Colosos
Sin embargo, llegará un día donde los Colosos desaparecerán del imaginario colectivo, para caer finalmente en desgracia. Ese será el día en que se eclipsen sus productores. Ese día, aún intangible para nosotros, el paraíso renacerá de sus cenizas, para alzarse nuevamente como un concepto superador. En los tiempos donde las utopías creen haberse alcanzado, la humanidad retrocede sobre sus pasos de la peor manera posible: sin creerlo factible, bajo la suposición del progreso absoluto. Y donde las crisis son imaginarias, y sólo son un reordenamiento dirigencial, no hay lugar para el cuestionamiento de verdades. Donde la técnica y la vanidad reinan, y las ideas son olvidadas: no puede existir futuro. Y donde no hay futuro, no puede haber arquitectura.

¡Toda poderosa ansia de futuro, es arquitectura en gestación. (…) entonces existirá solo arte, y este arte irradiará desde todos los rincones. Sólo esto da una medida de las cosas, distingue rigurosamente lo sagrado de lo profano, lo grande de lo mezquino, y presta a las cosas cotidianas un poco de su resplandor¨ [1]
Teodoro Tenenbaum. 2009
[1] Bruno Taut, El nuevo pensamiento en arquitectura, para la Arbeisrat fur Kunst 1919
1 comentario:
...Relamente muy muy interesante el post, bah excelente, a media q iba leyendo me resultaba entretenido y muy reflexivo y obvmente critico de la situacion actual....
gbrl
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