Las Trillizas de Belleville, de Sylvain Chomet. 2003.
Realidad y ficción, ambientada en una Nueva York imaginaria.
-llega a América-
(sigue)------
Insólita película. Insólita porque es prácticamente muda (salvo las canciones), insólita porque emplea un estilo visual totalmente diferente, e insólita por la crítica social que practica.
El film transcurre en dos mundos, ambos vividos por habitantes tristes y mezquinos, y fundamentalmente pobres. Pobres en todo sentido.
Por un lado, en Francia, la vivienda de los personajes se ve tortuosamente perjudicada por el paso de los impiadosos trenes, y por el crecimiento abrupto de la ciudad. Ellos se refugian en sí mismos. Él solo se preocupa por su bicicleta, su madre (o abuela?), solo porque él sea feliz.
En América, sus habitantes comen, comen, comen, y buscan beneficio económico a cualquier costo. Las victimas, nunca se rebelan, nunca (ni siquiera) sabemos si son conscientes de su condición de victimas. No es casual, la escena final, de los ciclistas corriendo una ilusión. Ilusión que lleva a algunos de ellos hasta la muerte. Su búsqueda de un refugio de la sociedad moderna, los convierte en animales que no distiguen el mundo real de la ficción, mientras los habitantes locales (muy gordos, por cierto) se aprovechan de ellos y los esclavizan.
Las Trillizas, por otro lado, también parecen refugiadas en su propio mundo (la canción). Y no parece molestarles tener que cenar todas las noches ranas. Sin embargo, al conocer a la madre del ciclista, parecen ser las únicas en rebelarse contra la inercia del mundo actual.
04 junio 2008
Film de la semana #009
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